Entre el post anterior y este ha pasado una semana, pero estamos en dos años distintos. Si el anterior era el último post del 2014 este es el primero del 2015. Aquel estaba dedicado a París, y en él os deseaba unas felices fiestas y os decía que me tomaba un breve descanso, en este os deseo un muy Feliz Año, y también está dedicado a la capital francesa, pero con una gran diferencia, la que va del sabor de lo que va a venir al regusto de lo ya pasado.
París siempre merece una visita. Por muchas veces que hayas estado allí, cada nuevo viaje ofrece una cara distinta. Y esta vez de verdad era diferente a las anteriores porque se trataba de pasar allí el fin de año. Las visitas de rigor (la torre Eiffel, el Sena, Montmartré, el Palais Garnier, las deliciosas estaciones de metro, el Louvre), pero también visitas nuevas, como las que tenía pendientes a L'Objet qui Parle y a Merci.
La primera es una tienda preciosa, muy pequeña, pero muy grande a la vez, por la cantidad de objetos maravillosos que ocupan cada uno de los rincones del local. Está en 86, Rue des Martyrs, en Montmartre, y es difícil salirse de allí sin un pequeño recuerdo.
De Merci qué os puedo decir que no hayáis visto y leido ya en los cientos de páginas que, tanto las revistas de papel como los blogs, le han dedicado desde que abrió sus puertas. Con su famosísimo coche rojo que recibe a los visitantes a las puertas del establecimiento, entrar allí es como entrar en un santuario de la modernidad. Gente guapa por todas partes, mucho hipster, unos precios prohibitivos y una decoración muy chula. La verdad (os lo tengo que confesar) es que me decepcionó un poco (me esperaba mucho más!!) aunque tampoco pude salir de allí con las manos vacías: una bombilla y un libro sobre mobiliario industrial que me apetecía mucho tener. Ahhh..., ¡y una bolsa de Merci que me sirvió para fardar ese día por todo París, jejeje.
Mañana más y (mucho) mejor. El Mercado de las Pulgas!!!!
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