Solo los grandes decoradores (o las personas con un gusto estético muy formado) son capaces de integrar en un proyecto de interiorismo piezas de tan diversa procedencia, estilos y épocas como las que podemos encontrarnos en esta vivienda, y que el resultado no solo no sea disonante sino que, por el contrario, presente una naturalidad y una frescura envidiables.

Es lo que sucede en la vivienda madrileña (en un edificio del siglo XIX, en el castizo barrio de Chamberí) del interiorista Fernando Tapia quien, junto a su socia Mónica Andina, firman el prestigioso estudio de decoración Andina & Tapia. Fernando ha sabido encajar, sin forzar (y de ahí la atmósfera desenfadada y relajada que se respira en toda la casa), piezas que ha ido adquiriendo en sus viajes, recuerdos que proceden de sus anteriores casas (piezas que forman parte de su vida y que han encontrado su sitio en esta nueva vivienda), muebles y objetos decorativos, con mucho carácter, de anticuarios y mercadillos (una auténtica pasión del propietario), etc. 

El resultado es una excelente muestra de la manera de trabajar de la pareja: proyectos no excesivamente premeditados, donde los muebles, los objetos decorativos y las obras de arte (indispensables para ambos), encuentran su ubicación de manera natural.

¡Encantadora!, ¿no os parece?

¿Mi rincón preferido? La segunda fotografía, con ese maravilloso mueble industrial que conserva toda la pátina.

Procedencia de las imágenes: Nuevo Estilo

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