Lo siento mucho por los amantes de las antigüedades como la que vemos en la imagen que encabeza el post, pero me quedo con la siguiente o con la que lo termina. Entre una y otras, un simple lavado de cara, la pieza es la misma pero actualizada, con lo que (en mi opinión) ha ganado muchísimo, sigue manteniendo su esencia, pero su imagen es plenamente moderna. 

El sofá, de estilo francés de mediados del XIX, encontrado en un anticuario, conservaba el dorado original y el tapizado de la época. La propietaria se enamoró de su forma, así que decidió adquirirlo pero hacerle ella misma algunos "arreglos". Le quitó las tachuelas de bronce, la tela antigua y decapó la madera. Para retapizarlo de nuevo usó una tela de almohadones, tejida a mano, de los años 50, adquirida hace un tiempo en Copenhague y llena de imperfecciones, pero que le iba a dar el toque de autenticidad necesario a la "nueva pieza".

El resultado salta a la vista. El viejo sofá, más bien feucho, se ha convertido en una pieza moderna y bonita sin restarle un ápice de autenticidad.







¿Con cuál os quedáis, con el antes o con el después?

Procedencia de las imágenes: Remodelista

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