En mi casa, cuando era pequeño, la Navidad comenzaba este fin de semana. Era el momento de sacar del trastero el Belén de piezas de cerámica de la abuela, el árbol artificial, que poco a poco se fue quedando con cuatro ramas peladas, pero que, con el paso de los años, tenía aún más encanto; los adornos, de todos los colores imaginables, que cada año iban aumentando porque no había Navidad en la que mi madre no viniera a casa con piezas nuevas.

Esa es la Navidad que se ha quedado grabada en mis retinas, es la Navidad ñoña del recuerdo, del espumillón malo de colores imposibles, de bolas, campanas y piñas de plástico. Y por eso estas imágenes que hoy comparto con vosotros me devuelven a mi niñez.

¡Anda que no me he puesto empalagoso! Pero es que hay días en los que uno se levanta nostálgico. Y os dejo que voy a poner mi árbol de diseño, mis adornos de madera recuperada, mis estrellas forradas con washitape... ¡Ayyyyy!

Todas las imágenes proceden de Pinterest.

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